La pérdida auditiva inducida por ruido sigue siendo una de las enfermedades ocupacionales más prevalentes a nivel mundial según la OSHA. Alrededor de 22 millones de trabajadores se ven expuestos a ruidos potencialmente dañinos cada año. Esta condición es especialmente relevante debido a la importancia del sistema auditivo en la comunicación. Incluso un grado leve de hipoacusia puede generar cierto grado de discapacidad y conllevar costos económicos, como el uso de auxiliares auditivos y rehabilitación. Además, si se considera un riesgo de trabajo, puede requerir el pago de indemnizaciones según lo estipula la Ley Federal del Trabajo.

En este contexto, los médicos especialistas en medicina del trabajo se enfrentan al desafío de distinguir entre la pérdida auditiva genuina y la simulación. El objetivo de la presentación de este caso clínico es señalar los desafíos y estrategias involucradas en la identificación de la pérdida auditiva simulada.

Se presenta un caso clínico que muestra los desafíos asociados al diagnóstico de simulación de pérdida auditiva. El paciente en cuestión es un hombre de 47 años, con antecedentes laborales en una refinería, donde ha estado expuesto a aparente ruido. Aunque inicialmente presentó síntomas de pérdida auditiva unilateral y otalgia, los resultados de los exámenes audiológicos revelaron inconsistencias y discrepancias que sugerían una posible simulación de la pérdida auditiva en el oído derecho.

La detección precisa y temprana de la pérdida auditiva simulada es fundamental para garantizar una adecuada gestión de los recursos médicos. En este caso, se utilizó una variedad de pruebas audiológicas objetivas, como los potenciales evocados auditivos, que proporcionaron información adicional sobre la función auditiva y permitieron identificar anomalías o discrepancias en los resultados.

Es importante destacar que la pérdida auditiva simulada puede tener diferentes motivaciones, como compensaciones laborales o legales. Por lo tanto, los especialistas en medicina del trabajo deben estar familiarizados con los comportamientos típicos de los simuladores auditivos, como fruncir el ceño, dirigir el "mejor oído" hacia el examinador y depender de la lectura labial. Además, deben ser capaces de interpretar correctamente los resultados de las pruebas audiológicas y reconocer la discrepancia entre estos resultados y la clínica del paciente simulador.

Conclusión: La pérdida auditiva simulada plantea desafíos significativos para los especialistas en medicina del trabajo. La utilización de pruebas audiológicas objetivas, como los potenciales evocados auditivos, puede ser crucial para detectar y abordar este fenómeno. Una detección precisa y temprana permitirá una evaluación completa y precisa del paciente simulador.